Toplov gana a Polgar en partidas a la ciega
Blind World Duel
Veselin Topalov y Judit Polgar jugaran un blindfold rapid match en Bilbao 7-9 Dicembre 2006. Controles de tiempo: 25 minutos + 10 segundos por jugada. Topalov Gano el match 3.5-2.5 . Partidas en zona de descarga
Topalov gana el primer Duelo Mundial de Ajedrez a Ciegas
Jesús J. Boyero
El búlgaro Veselin Topalov, número uno en las listas mundiales, ganó a Judit Polgar, la mejor jugadora de la historia, por 3,5-2,5 el I Duelo Mundial de Ajedrez a Ciegas. En la última jornada, el gran maestro afincado en Salamanca logró el empate en la quinta partida en 45 movimientos, mientras que en la sexta, con el encuentro ya decidido, no pudo mantener la imbatibilidad y perdió con las piezas negras en 51 jugadas. La húngara, contrariamente a lo que es habitual en ella, consiguió el triunfo con maniobras posicionales aprovechando el gran apuro de tiempo de su contrario.
En una época de culto al sentido práctico, llena de grandes y rápidos cambios, el ajedrez ha revivido estos días tiempos de romanticismo en el Museo Guggenheim de Bilbao con el encuentro de seis partidas a la ciega entre Topalov y Judit Polgar. Si el reciente duelo entre el ruso Vladimir Kramnik y Fritz 10 ha significado un paso hacia el futuro, el de Topalov con Judit Polgar es un viaje con inicio en el siglo VII, cuando aparecen las primeras referencias de la modalidad, parada en la Florencia del XII, y apogeo en la segunda mitad del XIX.
La búsqueda de los límites físicos, con aventuras como la conquista de montañas casi inconquistables o vueltas al mundo pasadas por agua, contrasta con visualizar y calcular con precisión matemática las andanzas de 32 piezas en 64 escaques blancos y negros. Y no sólo una partida, sino incluso 56 a la vez, sin perder ninguna y empleando un máximo de 10 segundos por movimiento, como hizo el campeón belga George Koltanowsky en 1960.
La aventura de los límites de la mente es para Topalov casi como un alucinación, la de “un tablero que cambia de color. A veces es marrón claro y blanco, como colgado en el aire, en posición vertical y viendo todas las piezas”. Para Judit Polgar , más parca en palabras, es tan sólo memoria fotográfica, “un ejercicio que práctico desde mi infancia y que para mí es un lenguaje natural”. Mientras, sólo los muy muy expertos, diferencian si las partidas que han jugado son presenciales o a la ciega. Una genialidad más de la mente humana.
Primeras referencias
*La primera referencia de partidas a la ciega, según el historiador británico Harold Murray (1868-1955), fue un juez africano llamado Bin Jubair, que vivió en Oriente Medio entre años 665 y el 714 después de Cristo. Jugaba de espaldas al tablero, mientras un esclavo realizaba por él los movimientos. Said Juban, en el IX, y Sarrasin Buzzeca, en Florencia en el XII, abonan el camino para que Damiano dedique un capítulo a esta forma de juego –El arte de la memoria-, en su libro publicado en 1512. El compositor francés de opera Philidor, el primero que supo valorar la importancia de los peones, durante su exilio londinense como consecuencia de la revolución francesa, vivía de realizar este tipo de exhibiciones.
*El argentino de origen polaco Miguel Najdorf, una de los mejores jugadores del mundo entre 1940 y 1960, perdió a su numerosa familia en el gueto de Varsovia durante la II Guerra Mundial. Para saber si había sobrevivido alguien, realizó un acto que fue noticia en todo el mundo: enfrentarse a 45 jugadores a la ciega en Sao Paulo (Brasil). Sólo perdió 2 partidas, en una proeza que le costó el ingreso en un hospital psiquiátrico y muchísimas noches de insomnio. Por desgracia, ningún familiar contactó con él, y Najdorf fijó de manera definitiva su residencia en Buenos Aires.
*El mecenas holandés Joop Van Osteroom patrocina en Mónaco, desde 1991, un torneo a la ciega en homenaje a su hija Melody. Los mejores jugadores del mundo han acudido o acuden a la cita, entre ellos en las últimas ediciones el español Francisco Vallejo. Sólo un jugador rechazó siempre la invitación, ya que está en contra de esta modalidad, el ruso Gary Kasparov. El motivo: el enorme cansancio que produce un torneo de estas características.
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